en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Respondiendo a un lector

Un anónimo comunicante me recuerda que bajo la presentación de mi blog hay una cita que la transcribe literalmente para luego cuestionarme lo siguiente:

¿No te parece que decir, escribir en este caso, que "los vascos llevamos tres décadas y 37 elecciones......" es también un latiguillo que ignora que esa legalidad se tuvo que pactar con jerarcas de un régimen fascista que decidieron a donde se podía llegar y a donde no?, ¿no te parece que, como dice la cita, va siendo hora de dejar de usar su lenguaje es decir, de salir de la incomodidad de su marco?

La cuestión es interesante, si bien requiere en mi opinión dos claras puntualizaciones. La primera es que el marco de juego hubo que negociarlo con fascistas y con demócratas y que el resultado fue un terreno de juego claramente democrático, equiparable a cualquiera de las mejores democracias del mundo. ¡Hay es na! Y la negociación, en una democracia, es permanente. Entonces eran unos los que tenían las armas debajo de la mesa y amenazaban con romper la baraja. Aquellos hoy están mas o menos "absorbidos" y la mayoría de ellos no cuestionan la democracia actual. Aunque sea por la edad y falta de fuerza física o mental. Ej.: Fraga. Hoy son otros los que siguen insistiendo en amenazar con sus pistolitas en un alarde esperpéntico de fuerza inútil y con similar ideología fascista, aunque revestida en algunos de "super abertzalismo".

Las decenas de citas electorales a las que hemos asistido, han sido, al menos en su gran mayoría, inequívocamente democráticas, y es a través de las mismas, en mi opinión, cómo se va definiendo un pueblo. ¿O acaso dudas de que si un Partido concreto, cualquiera de los que conocemos del arco parlamentario vasco, hubiera sacado durante una quince citas electorales seguidas un 60% del apoyo de la ciudadanía, los caminos de la historia no hubieran variado sustancialmente?

Uno de nuestros principales problemas es nuestra fragmentación. Y otro es que no lo reconozcamos. No podremos direccionar el camino a un grupo de 100 si solo conseguimos convencer a 28 de ellos. ¿Si no somos capaces ni de ponernos de acuerdo entre nosotros, ni en las bases mínimas para asentar el País, ni en las reglas de juego que debemos respetar, ¿cómo coño vamos a conseguir metas mas altas que necesiten esos principios mínimos para su desarrollo?