en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

miércoles, 20 de agosto de 2008

A Dios rogando y con el mazo dando

Continuando con mis "descubrimientos veraniegos" de blogs que hasta ahora desconocía y tal vez influenciado por mis lecturas reciente de temas religiosos y medievales el post que os adjunto me ha parecido bastante ajustado a la institución de Rouco y Cia.

Que la Iglesia aburre a María Santísima es algo sabido incluso entre sus feligreses, es por eso quizás por lo que últimamente la Institución evangeliza en la calle, fuera de los aburridos muros de los centros que cobijan a nuestros jubilados en las fiestas de guardar. Y es que no hay peor manera de entender a Dios que dejarse comer la oreja por estos curas, monseñores, obispos y cardenales que han conseguido hastiarnos con sus sermones hasta el punto de provocar el rechazo de la mayoría.

Ellos son los mismos que durante siglos han educado las mentes de los españoles en el miedo al infierno, los que han ensuciado con la idea de pecado las almas de tantos inocentes, los que han torturado a tantos infantes en aulas donde el temor al castigo más severo obligo a muchos a asumir que no había más realidad que la que salia de los labios del maestro al que había que llamar Padre por el hábito que le vestía.

Hoy ya ni Dios les hace caso cuando predican con el fuego de satanás y en los colegios ya no tienen el mismo poder de modelar las mentes infantiles como antaño, es por eso por lo que hoy apelan a la ética y se rebelan contra la libertad de todos, contra la libertad de que puedan existir familias "diferentes", formas de pensar que les excluyen y que no tienen en cuenta lo que se dice en las homilías.

Y es que para ellos cualquier tiempo pasado fue mejor porque este presente ya no cree ni en milagros ni en mártires. Hemos aprendido a reconocerles bajo sus sotanas y no siempre hemos visto piedad tras ellas.

Mi recomendación, señores prelados, es que ocultéis vuestra ira tras los muros donde cabéis ciento y la madre, vuestras posesiones siguen siendo inmensas, y recéis por los que no creemos en vosotros; haced como las monjas a las que encerrasteis en su día siendo aun unas niñas sin capacidad para decidir sobre su propia vida, (cuantas familias destrozadas), orad por nosotros.


Recogido de "A Dios rogando y con el Mazo dando"