en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

jueves, 8 de octubre de 2009

¿Cuánto nos costará el atún de Somalia?




No creo que haya nadie que pretenda negar la ayuda al atunero vasco secuestrado en aguas del Índico. El Gobierno debe movilizarse con todos los medios necesarios para solventar esta trágica situación de la manera más satisfactoria para las personas secuestradas, cueste lo que cueste. Pero estemos preparados para la demanda que va a venir a continuación. Muchas voces serán las que pedirán que los pesqueros españoles en zonas con presencia de piratas, como Somalia, tengan la escolta de una fragata militar. O lo que es peor, que los pesqueros incluyan en su tripulación algunos mercenarios y unas cuantos bazokas para ahuyentar y eliminar a estos piratas. Ninguna de las soluciones, que probablemente sean las que finalmente proponga Rajoy, me parecen adecuadas. La primera, enviar una escolta del Ejército es inviable e injusto. Porque no hay recursos suficientes para proteger a todos los atuneros y demás empresarios y españoles de otras profesiones que trabajan en zonas de conflicto. Porque si se hace para unos habrá que hacerlo para todos, digo yo. Por lo que respecta a la seguridad privada, me parece menos recomendable, sobre todo porque estos ejércitos privados están compuestos por ex-militares ávidos de riqueza, una combinación más que peligrosa, sobre todo para quien se cruce en su camino. Pero lo peor es que estos mercenarios se encuentran al margen de la legislación internacional y no rinden cuentas más que a su contrato mercantil, por el que espero que no cobren más como comisión por enemigo eliminado…

La prevención a estos secuestros es que las empresas que pretenden faenar en lugares peligrosos deben medir sus riesgos y gestionar su seguridad adecuadamente, con los medios necesarios para saber dónde no ir. A nadie se le ocurriría ir a la zona caliente del Este del Congo a sacar a pastar sus ovejas, pues si en la costa Somalí y alrededores no se dan las condiciones para pescar, no se debe ir allí. Si tanto nos interesan aquellos caladeros, dediquémonos a ayudar a estabilizar este convulso país, ayudemos a que dejen atrás la guerra y a que salgan de la pobreza y entonces sus aguas serán todo un negocio para nuestros pesqueros…


(Recogido del artículo de Jordi Calvo en Público)