en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

martes, 16 de agosto de 2011

Para indignarse ¡y con razón!

POR IÑIGO LANDA LARRAZABAL

El mismo arzobispo de Toledo y primado de España, Braulio Rodríguez (uno de los más polémicos arietes de la recalcitrante y más rancia Iglesia española, tras Rouco Varela), además de defender este tipo de actos como un simple y mero negocio llega a llamarnos "paletos" a los ciudadanos que legítimamente hacemos esta crítica. Ante ello, solo quedaría reflexionar sobre quién es o deja de ser un paleto. Lógicamente, me inclino a pensar que tal paleto no es otro más que el citado purpurado.

Siguiendo con la crítica de base o motivación económica, no creo que un Estado con más de 5 millones de parados y a un ritmo de desahucios de viviendas (a inquilinos a los que prácticamente se les regalaban hipotecas) cifrado en unos 300 por día, se pueda permitir el lujo de gastar 50 millones de euros en un acto estrictamente privado. No soy yo quién para meterme en los asuntos de la Iglesia católica pero opino que su fin fundacional estaría más acorde con girar una visita por Somalia y el denominado Cuerno de África, donde una hambruna salvaje comienza a dar síntomas de grave alerta nutricional derivante en una más que posible e indeseada pandemia.
Con 50 millones de euros, así, hablando de simple dinero contante y sonante, se podría quitar el hambre durante un año a más de un millón y medio de personas... de esas gentes y sus niños famélicos a las que preferimos ni mirar cuando emiten -mientras comemos- esas estremecedoras imágenes en los informativos. Precisamente ahí estriba la hipocresía de El Vaticano. Justifican pues la visita privada del Papa en aspectos económicos positivos para nuestra economía. Y sigue siendo falso.

Y, si es algo tan rentable, pues los beneficios también serían para ellos y los podrían invertir en algo tan útil como unas obras de acondicionamiento en la residencia de verano del Pontífice (Castelgandolfo), por importe de 8 millones de euros. ¿Que no les llega? Que subasten las obras de arte y tesoros de El Vaticano o que vendan sus incontables propiedades inmobiliarias. Eso sí, al Banco Ambrosiano... ni tocar, que revienta el invento. Ni sé cómo el BCE le deja emitir euros.
Lo dicho, una visita privada con fines privados que, en estos tiempos de recesión, solo puede ser calificada como insolidaria, amoral, no ética. Jurídicamente, no acorde al Ordenamiento Constitucional debido a su carácter aconfesional. Para el resto de los mortales: inoportuna e hipócrita. En definitiva... la enésima tomadura de pelo. Y... lo que es más grave: no será la última.

Viendo esta situación netamente mercantilista de la Iglesia (al menos, la visita privada del heredero de Pedro la intentan vender así, con empresas esponsorizadoras incluidas a las que solo les faltaría serigrafiar sus logotipos en el papamóvil y en las santas vestimentas papales), uno podría seguir el discurso esgrimido desde los púlpitos y cuestionarse si todo esto es solidario, ético y moral. Yo creo que no. Es más, creo que el propio Jesucristo sacaría del templo a latigazos a la Curia vaticana cual vulgares mercaderes.