en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

viernes, 16 de diciembre de 2011

3140.-Lo que son las cosas. ¡¡Quien les ha visto y quien les ve!!


Después de la noticia de la noche de ayer no se si pensará lo mismo pero el diputado general de Gipuzkoa manifestó que la foto de Amaiur con el Rey de España “es un paso a la normalidad”. Pues ¡toma normalidad!.

En un excelente artículo publicado hoy en Vocento, Xabier Gurrutxaga nos recuerda que durante años
, hasta hace bien poco, quienes se acercaban al Palacio de la Zarzuela con idéntico motivo eran tildados de traidores y serviles por aceptar los actos del Jefe de Estado, figura que representa- según decían- la opresión sobre Euskal Herria. Menos mal que tenemos memoria.

Hace muy pocos meses, el diputado general de Gipuzkoa y el alcalde de Donostia rechazaron participar en el acto oficial de inauguración del Basque Culinary Center debido a la presencia de los Príncipes de Asturias, que a juicio de los nuevos regidores de la Diputación y del Ayuntamiento de Donostia “son el símbolo de la negación de este pueblo” En diciembre de 2004 la ilegalizada Batasuna criticó duramente a Mondragón Corporación Cooperativa por haber invitado a los Reyes de España a la inauguración de las nuevas instalaciones de Fagor, acusándoles de marketing para consolidar su presencia en el mercado español. Así, nos podríamos remontar hasta 1981, a la Casa de Juntas de Gernika, cuando los electos de HB interrumpieron el discurso del Rey cantando el Eusko Gudariak como acto de protesta por la presencia de los monarcas españoles en tierras vascas. 

Durante estos treinta años la izquierda abertzale no sólo cuestionó y negó legitimidad institucional al Rey para asistir a cuantos actos en Euskadi, sino que también sintió la necesidad de organizar la protesta contra dicha presencia. En el argumentario de la izquierda abertzale la protesta expresaba la normalidad. Lo ‘normal’ era combatir la presencia del Rey o del Príncipe en Euskal Herria, lo sumiso, lo servil era aceptar estas visitas. Hasta la indiferencia era considerada como una actitud aliada de los enemigos. Ayer el representante de Amaiur acudió a la Zarzuela para mantener el encuentro previsto en la Constitución. Amaiur podía haber rechazado la invitación, pues no existe ninguna obligación política, parlamentaria ni jurídica. Podían haber declinado la invitación y explicar las razones de la negativa en orden a no legitimar con sus actos unos procedimientos constitucionales que lo que hacen precisamente es realzar la función institucional del Rey como Jefe del Estado. Eso sería lo coherente y congruente en ellos. Sin embargo, han optado por adaptarse a la ‘nueva situación’, dando más importancia a la forma. Tienen necesidad de que las instituciones y las formaciones políticas les acepten como a los demás. 

Es fundamentalmente una cuestión de marketing para los nuevos tiempos. Saben que entre la imagen construida durante treinta años en base al rupturismo violento y la imagen amable que ahora tratan de articular, hay un abismo que no será fácil salvar sin dificultades internas y externas. Dificultades que surgirán de la dialéctica que enfrenta dos necesidades de naturaleza distinta. De una parte, la necesidad de ser tratado institucionalmente como los demás, una vez ‘roto’ por desistimiento el vínculo con la estrategia de la violencia; y, de otra parte, la necesidad de mantener la imagen ante su electorado de que ‘ellos’ son distintos a los otros. El hecho cierto es que ‘para bien y para mal’ la izquierda abertzale que dirige ya bastantes instituciones se parece mucho a las formaciones políticas que ellos han combatido durante décadas. Y no han hecho más que empezar. 

Cuando Martín Garitano dice que el encuentro con el Rey supone un paso a la normalidad, conviene aclarar de quién estamos hablando. Es un paso de la izquierda abertzale que transita desde el rupturismo con el sistema institucional, a una nueva situación basada en su integración en ese mismo sistema institucional. Ese es el paso a la ‘normalidad’ que representa el encuentro de Amaiur con el Rey. Lo de la entrega de la carta, pidiendo al Rey que se implique en el conflicto vasco, es marketing para justificar la cita. Sin embargo, políticamente es un contrasentido, pues es una manera de realzar la figura del Rey, otorgándole un papel que ni el ordenamiento jurídico que dicen combatir le concede. Lo que son las cosas.