en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

jueves, 24 de mayo de 2012

Silbo ... a la Real Academia de la Historia


Cuenta hoy Sopena en su periódico que en 1925 la dictadura de Primo de Rivera, bajo el reinado del abuelo de nuestro actual monarca, cerró seis meses, seis, el estadio de Las Corts porque con motivo de un partido de fútbol entre el Barcelona y la Royal Navy el público silbó la Marcha Real, himno de la nación española.
La medida, por lo tanto, que la lideresa Aguirre ha planteado, caso de que eso mismo volviera a ocurrir el próximo viernes -suspender el encuentro que enfrentará al Athletic de Bilbao y al Barcelona-, tiene su similar precedente en un régimen dictatorial, al menos mientras la Real Academia de la Historia no decida lo contrario: que Miguel Primo de Rivera, como Franco, no fue un dictador.
Esto, que la dictadura franquista nunca existió, es lo que ha acordado con carácter definitivo la docta institución, visto que la decisión mayoritaria ordenada por el Parlamento hace apenas un año -la revisión del Diccionario Biográfico para subsanar ese y otros errores-, se ha tornado papel mojado con la llegada al Gobierno del Partido Popular, en contra de esa y otras revisiones y correcciones.
Es de destacar que la señora Aguirre, condesa de Murillo y grande de España, tiene en la citada obra casi tantas columnas (8) como el propio y extinto Caudillo (10), redactadas todas ellas con sumiso afán encomiástico por quien fuera su secretario de estado en el Ministerio de Educación y Cultura, que no ha olvidado destacar en tan histórica figura subuen hándicap de golf.
En cuanto al indubitable carácter científico del Diccionario, sirva como mejor ejemplo la entrada dedicada a monseñor Escrivá de Balaguer, escrita por un miembro del Opus Dei, en la que intercesiones virginales y divinas sanan de cuerpo e inspiran de mente a don Josemaría para la creación de su Obra.
Esta es la historia oficial que se nos vende con nuestros impuestos, en contra de la memoria que se nos sigue debiendo. Por eso le dedico en este día y hora mi más enérgico silbido al honor y profesionalidad de la Real Academia de la Historia.