en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

viernes, 15 de junio de 2012

De acuerdo con Amnistia Internacional


Decían los representantes de AI que la hoja de ruta de los derechos humanos debe sustentarse en asegurar a todas las víctimas  el acceso a ‘la verdad, la justicia y la reparación’. Precisamente en razón a la justicia y a la verdad consideran irrenunciables algunas cuestiones, como, por ejemplo, el rechazo a las amnistías generales y también  para los presos de ETA; la necesidad de investigar los crímenes terroristas aún no aclarados, y el reconocimiento, como asignatura pendiente de la democracia, de que hubo torturas, malos tratos y víctimas de violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad.  

Se mostraron a favor de que todos los presos, sin exclusiones, cumplan su condena cerca de su lugar de arraigo, siempre que sea posible y que el preso lo solicite individualmente. 

Favorables igualmente a la aplicación de medidas de gracia individuales siempre que no signifique impunidad. Esta agenda a mi juicio conecta con el sentir ampliamente mayoritario de la sociedad vasca. Representa el cauce central por donde deben discurrir las políticas dirigidas al cierre definitivo de la violencia, la consolidación de la paz y la libertad. 

Fuera quedan las agendas de los extremos, como, por ejemplo, la de quienes descartan los programas de reinserción y rechazan las medidas de gracia, o la de quienes en razón a la motivación política de los actos terroristas, reclaman una amnistía para los presos de ETA. 

La declaración de AI ha representado un golpe fuerte para la izquierda abertzale y sus socios. Me imagino que también habrá tenido su impacto emocional en los presos que quieren tener un criterio propio sobre lo que sucede realmente por estas tierras. Pues no da igual que quien se manifieste en contra de la amnistía sea UPyD o que lo haga el PNV,  como tampoco tiene el mismo efecto para ese mundo que el rechazo lo exprese COVITE o que lo haga Amnistía Internacional. 

Mejor si no hubieran venido el viernes a Euskadi, decía un militante de la izquierda abertzale, y, añadía, ‘esto duele más que las condenas de las acciones de ETA’. Ojalá les sirva para comprender que la agenda de la paz, la de los derechos humanos tiene unos límites infranqueables, incuestionables, salvo que piensen que aquí y ahora se puede iniciar un tiempo exnovo, como si todo se iniciara ahora y nada hubiera sucedido entre nosotros hasta el 20 de octubre de 2011. 

Precisamente, el término amnistía en su acepción originaria significa ‘olvido’, y por eso mismo, en el ámbito jurídico actúa sobre el hecho punible y extingue la responsabilidad penal, como si el hecho no se hubiera producido, a diferencia del indulto que actúa sobre la condena, pero no sobre los hechos.

Es obvio que el futuro en paz no puede construirse olvidándonos de los hechos. Convendría que la IA y sus socios tuvieran claro que los hechos no se pueden borrar ni ignorar, y que el único camino que queda es actuar sobre la disminución o la extinción de la pena a través del reconocimiento de los hechos y la aplicación de los programas de reinserción.

Recogido del artículo de Xabier Gurrutxaga en EL CORREO