en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

viernes, 21 de septiembre de 2012

(...y II) España, Cataluña y la transición nacional


Los efectos de la multitudinaria manifestación del 11 de septiembre en Barcelona se están haciendo notar especialmente en Cataluña y en España. También entre nosotros las noticias vinculadas con la llamada ‘cuestión nacional’ tienen una vis atractiva especial. 

Xabier Gurrutxaga en El Correo (2012-09-21)
Es obvio que a las fuerzas nacionalistas la cuestión no les incomoda, pero también está claro que el PNV no está interesado en que el eje central de la campaña quede reducido al dilema de independencia si, independencia no. Sin embargo, EHBildu se muestra satisfecha con tal posibilidad, pues ello les permitiría desarrollar una campaña más cómoda, en lugar  de tener que acreditar ante sus electores en qué consisten las bondades revolucionarias de sus experiencias de gobierno. Curiosamente los populares también están muy interesados en que la campaña quede centrada en torno a la independencia. Lo de Cataluña les ha venido como anillo al dedo. A quien le vendría fatal es a los socialistas. 

Pero volviendo al inicio es preciso reflexionar sobre lo que representa el movimiento que explotó en toda su grandeza el 11 de septiembre. Una corriente de fondo que se ha ido extendiendo progresivamente y que ha emergido con una dimensión sorprendente tanto cuantitativa como cualitativamente. Un millón y medio de manifestantes representa el 20% de la población de Cataluña del último padrón municipal de 2011. Si reducimos la cifra a un millón, el porcentaje seguirá siendo una inmensidad. Trasladados esos porcentajes a nuestra comunidad nos daría la escandalosa cifra de 438.000 manifestantes y cerca de 300.000 en el segundo supuesto. ¿Se imaginan una manifestación en las calles de Bilbao con 300.000 participantes?


Pero junto a ello está la dimensión cualitativa de esta expresión popular. La mayoría de los analistas de Cataluña coinciden al afirmar que no se está ante un hecho coyuntural sino que está prendiendo con raíces propias y sólidas tanto en el ámbito político formal como en la ciudadanía. La transversalidad es uno de sus rasgos. Transversalidad intergeneracional, territorial, ideológica y política. 

Aunque el movimiento está  promovido por el nacionalismo, desde el punto de vista de la sociología política se puede decir que el fenómeno representa y expresa la nueva orientación que está adoptando el llamado catalanismo. Es el catalanismo en su conjunto el que se está desplazando a posiciones de soberanía y creación de un estado propio. Ese catalanismo que durante más de treinta años había confiado en la vía estatutaria y en el pacto con el estado como garantía de un autogobierno suficiente para Cataluña y que estuvo representado por CiU, pero sobre todo por el PSC y el viejo PSUC. Ese catalanismo que había confiado en la transformación del Estado español y que había puesto sus esperanzas en tal objetivo, de tal forma que se pudiera avanzar en el reconocimiento jurídico y político de la realidad nacional catalana. Es esta confianza la que  ha quebrado, la que ha entrado en crisis.

El catalanismo no tiene razones para creer en la apertura del Estado español, máxime teniendo en cuenta el reforzamiento de las  posiciones centralizadoras. Es el modelo actual de relación entre el Estado y Cataluña lo que está en crisis y lo que ha actuado como desencadenante de los cambios que se están produciendo en la sociedad catalana. La desafección con respecto a España tiene su punto más explosivo con la sentencia del Constitucional sobre el estatuto aprobado por la ciudadanía. El Constitucional se colocó por encima y frente a la soberanía popular. Se extendió la convicción de que el modelo de relación con el Estado acotado por el Constitucional no daba más de si. La propuesta del pacto fiscal era el último intento para recuperar alguna esperanza que permitiera reducir el desasosiego. 

El portazo de Rajoy a Mas cierra de momento cualquier posibilidad de entendimiento entre Cataluña y España. El tiempo nos dirá cómo gestiona Mas el nuevo tiempo, que él ha bautizado como de “transición nacional”.


Xabier Gurrutxaga en El Correo (2012-09-21)