en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

lunes, 12 de noviembre de 2012

No a un gobierno extravagante y temerario

En mi opinión, la triste decisión que anunciará hoy el EBB, como si fuese una decisión de hoy, y no tomada con demasiada antelación, me anima a presentaros un resumen del artículo que ayer leí en la prensa dominical:

El orgullo de los vascos, radica en la diferencia. No importa cómo somos. Importa sólo cuánto nos distinguimos de los demás.

Ocurre, sin embargo, que la diferencia, que sirve para caracterizar a personas y países, acaba, llevada al extremo, en rareza, que es la cualidad por la que a uno se le sitúa en el grupo de los extravagantes.

En cualquier democracia de Europa, cuando se recuentan los votos depositados en las urnas, lo primero que cada partido analiza es si ha obtenido los escaños suficientes como para disponer de una mayoría con que formar un Ejecutivo solvente.

Si esto no ocurre, mira en su derredor en busca de un socio con el que alcanzarla. Hemos llegado a ver países en los que el Gobierno anterior a las elecciones ha seguido en funciones durante más de un año, sólo porque ningún partido podía labrar una mayoría parlamentaria con que garantizar la estabilidad gubernamental con vistas a toda la legislatura. Se trata de una convención que caracteriza a las democracias parlamentarias europeas. Quien no se atiene a ellas cae en la extravagancia o en la temeridad, si no en ambas a la vez.

La noticia que va a anunciar hoy, se trata, más bien, con toda seguridad, de una decisión que el partido jeltzale tomó la misma noche electoral, tras confirmar que ninguna alternativa podía impedirle su acceso a la presidencia del Ejecutivo. Así ha quedado confirmado por unas rondas de conversaciones que han dejado a propios y extraños la fundada impresión de que se hacían con la única intención de cubrir el expediente y echar la culpa de la decisión adoptada a la falta de voluntad o a la intransigencia de los otros.

La decisión de gobernar con tan escasa minoría no se corresponde para nada ni con la voluntad del electorado ni con la circunstancia que atraviesa la sociedad. En lo que a lo primero se refiere, siempre se ha entendido que la fragmentación del voto que con persistencia se produce en nuestro país es, de un lado, reflejo de pluralidad y, de otro, mandato de concertación.

Tan diferentes no somos como para no atenernos a lo que es una convención de aceptación universal en las democracias parlamentarias.

JOSÉ LUIS ZUBIZARRETA en El Correo de ayer