en la que los catalanes elegirán su Parlamento.
en la que elegiremos el nuevo Parlamento Europeo.

viernes, 28 de junio de 2013

A Virginia

La mayor parte de la gente no se explica por qué lo has hecho. No entiende que lo hicieras, precisamente, en la que era tu despedida, cuando llegaba a su fin, en lo más alto, tu carrera deportiva. Pero es así como funcionamos los seres humanos.

La alta competición deportiva se ha convertido en una ficción absurda e hipócrita. El público os pide victorias y marcas, los medios os encumbran y las instituciones os presentan como referencias sociales. Empezasteis a practicar deporte porque disfrutabais. Al principio el placer consistía en superaros a vosotros mismos. Luego en ganar. Después en ser los mejores. Hay pocas sensaciones más gratificantes que alcanzar la cumbre. Es así para la soprano ovacionada en el teatro, el alpinista que corona su decimocuarto ochomil, el cineasta que consigue un Oscar o el científico que recibe el premio Nobel. Pero eso casi siempre es carísimo. El esfuerzo y espíritu de superación que hay que dedicarle es enorme, inconcebible para la gente normal. Los deportistas, además, pagáis un alto precio físico. Muchos acabáis vuestra carrera con el organismo machacado. Todo esto es absurdo. Es absurdo que se os pida que toquéis el cielo y que nos hagáis -siquiera en una mínima medida- copartícipes de la gloria, sin sobrepasar los límites.

Has hecho trampa y de esa responsabilidad nadie podrá eximirte. Pero las debilidades son parte consustancial a la naturaleza humana; por esa razón, debemos ser indulgentes con las ajenas y no excesivamente duros con las propias. La medida de las personas no la dan sus debilidades, sino el coraje para afrontar sus consecuencias. Tu comparecencia del miércoles fue un primer gesto de coraje. Lo vas a necesitar. Habrás de representar un nuevo papel en esta obra de teatro que es la vida, y de ese nuevo papel dependerá el juicio que te merezcas a ti misma. Lo que pensemos los demás importa poco; aunque, en lo que a mí respecta y por si de algo te pudiera servir, quiero que sepas que sería incapaz de emitir un juicio condenatorio; no, desde luego, de tu persona.
Recibe un fuerte abrazo.