en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

domingo, 23 de febrero de 2014

ETA es la madre de Norman Bates en ‘Psicosis’: una momia, piel y huesos, en una mecedora

Excelente artículo de Santiago Gonzalez en su blog comentando la farsa verificadora de esta semana :
Es la disolución, no los pasos. Bueno, sí, dicen las almas cándidas, pero lo más importante es que no maten, sin reparar, quizá, en que el problema de ETA es su mera existencia. ETA es la madre de Norman Bates en ‘Psicosis’: una momia, piel y huesos, en una mecedora. Y también una luz que recuerda su existencia en una ventana del tercer piso. Norman Sortu, (o Bildu, según los ambientes) que atiende la recepción, se muestra favorable a que los verificadores recojan poco a poco los cuchillos de cocina de la habitación de la vieja, pero la luz en la ventana, para aviso de transeúntes.
La cuestión es que Norman, como hijo piadoso, dé tierra de una vez a la mojama de la difunta. Que le haga un entierro con honores y que asista el lehendakari para no quedarse fuera de esa foto.
Pero que la entierren públicamente y que apaguen la luz de su ventana para que no siga ejerciendo caución con su mera existencia y con sus 858 asesinados. Es la desaparición del criminal lo que devolverá la libertad a Euskadi, no la entrega poco a poco de las armas. La presencia de la mamá de Norman en la luz de la ventana es invocada por los partidos nacionalistas cada vez que acusan al Gobierno de inmovilismo y de poner en riesgo el proceso de paz. Pero si está muerta, según dicen ellos mismos. No es verdad, está en su mecedora, en la habitación del tercer piso.

 Hoy, todos los periódicos abrirán con esta inanidad, (Véase ‘Deia’) que reportará a los chicos de la banda un subidón y reforzará en ellos la idea de que no han perdido: En el video, unos encapuchados enseñaban a Mannikkalingam y otro una mesa de rastrillo con armas de saldo y poster del Guernica de Picasso: Cuatro armas de fuego, dos granadas de carga hueca, 300 balas, algo más de 16 kilos de material para fabricar explosivos, además de cordón detonante y nueve temporizadores de distinto tipo. Sólo faltaba el bicarbonato para cortar el explosivo y la balanza de precisión que suelen emplear los narcos.

Y menos mal que eligieron las capuchas negras, en lugar de las blancas de leer comunicados. Un negro junto a dos tipos con capuchas blancas iba a confundir mucho en las portadas de la prensa de Alabama.