en la que los catalanes elegirán su Parlamento.
en la que elegiremos el nuevo Parlamento Europeo.

sábado, 21 de febrero de 2015

Assange y los partidos políticos del s.XXI

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Un partido político del siglo XXI, debe funcionar independiente de los grandes poderes y medios de comunicación, y ser aupado y fortalecido por ciudadanos que se comunican libremente, a través de debates que escapen al control del poder y utilizando redes libres de Internet y teléfonos móviles. 
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Un partido así, de nuevo cuño, nacido gracias a las posibilidades de Internet y de las nuevas tecnologías de comunicación amenaza la hegemonía del poder establecido, del binomio PP -  PSOE, dos partidos que en cualquier otra época de la Historia habrían sido invulnerables. 
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Vivimos una época en la que Google es el mayor lobby del mundo, más poderoso de lo que la Iglesia nunca fue en toda la Historia, pero a pesar de ello, el mundo se está democratizando en contra de la voluntad de los grandes poderes porque en esta fase los poderosos están perdiendo el control de la información ante la enorme masa de ciudadanos que publican su conocimiento y general horizontalidad y democracia real. 
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Es cierto que Internet está produciendo democracia real y que gracias a la red los políticos y sus aliados poderosos están muertos de miedo, sin atreverse ya a robar como antes, a legislar de manera abusiva y a gobernar sin contar con los ciudadanos. Es justo admitir que gracias a la información que propicia Internet, los poderosos están ahora cumpliendo las leyes y ciñiéndose a la justicia, algo que no hacen por virtud sino por puro miedo a la información y a la reacción de unos ciudadanos que, al estar mejor informados y poder opinar, son mas libres y "peligrosos" y ya no se dejan subyugar fácilmente. 
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Los partidos políticos del nuevo siglo serán partidos que conectarán con estados de opinión y que atraerán a muchos seguidores gracias al eco de sus propuestas en las redes sociales y en las comunicaciones horizontales. 
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Un partido del siglo XXI debe utilizar las redes y ser sometido a procesos internos horizontales y transversales que propician una democracia participativa desconocida hasta ahora en los partidos, manteniendo unan conexión real con el alma y el espíritu de la sociedad.