en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

martes, 6 de octubre de 2009

España es el nuevo enfermo de Europa y el PNV acude en su ayuda

... España es el nuevo enfermo de Europa.

En el ínterin, los nacionalistas vascos han sido los primeros en captar la gravedad del cuadro clínico, con ese temperamento frío que les caracteriza. Se han ofrecido a dar oxígeno al enfermo, a cambio de poder inhalar la mitad de la bombona. Tras la debacle de Juan José Ibarretxe, la subida al monte del Partido Nacionalista Vasco ha durado exactamente cuatro meses y quince días. Saboreados los primeros amaneceres frescos en la foresta, el PNV ha regresado a la ciudad, que es el lugar de la política.

Nacionalistas y socialistas están cerrando un pacto de estabilidad presupuestaria en las principales instituciones del País Vasco que se trasladará a Madrid, si el PSOE impulsa en el Congreso el denominado blindaje del concierto foral. Adiós al monte; adiós al fantasma del general Zumalacárregui; adiós a Ibarretxe, del que nunca más se supo; adiós (por ahora) a las consultas soberanistas; hola, de nuevo, a la inteligencia. Hola a Josu Jon Imaz, el mejor dirigente político que ha tenido España en la última década, que observa desde la presidencia de Petronor como los hechos le están dando la razón.

Primer capítulo del posible acuerdo: los socialistas votan a favor de los presupuestos de las tres diputaciones forales, presididas todas ellas por el PNV. Segundo capítulo: los socialistas renuncian a presentar una moción de censura en la diputación de Álava, donde PSOE y PP suman una cómoda mayoría. Tercer capítulo: la Hacienda española paga de inmediato 456 millones de euros a la citada diputación foral alavesa, dando cumplimiento a una reciente sentencia sobre el IVA de los coches de la marca Rover. Cuarto capítulo: el Gobierno eleva el rango de las normas tributarias forales para que estas sólo puedan ser recurridas ante el Tribunal Constitucional y no ante los tribunales ordinarios. El concierto vasco queda así equiparado con el convenio navarro. Quinto capítulo: los seis diputados del PNV aprueban los presupuestos generales del Estado del 2010, convirtiendo en un juego de niños la negociación paralela del PSOE con las izquierdas más o menos unidas.

El PNV ofrece estabilidad a Zapatero, a cambio de respetabilidad social y centralidad política, a cambio de mantener el marchamo de partido defensor de los intereses vascos, y de abrir una primera brecha en la santa alianza española, ya que el PP difícilmente podrá apoyar el blindaje del concierto en el Congreso.

Y aún podríamos añadir un sexto capítulo: en el portafolios que acompañará al presidente del Gobierno en su inminente visita a la Casa Blanca figurará el nombre de diversas empresas vascas que destacan como productoras de alta tecnología para las energías renovables. Zapatero no sólo intercambiará progresismos con Obama. La intención del Gobierno es practicar en Estados Unidos un aznarismo de izquierdas: de la amortizada amistad con los petroleros texanos, a la conquista de posiciones en la nueva economía verde. Publicidad e intereses. Fotografías publicables con el inquilino de la Casa Blanca y oportunidades para las empresas españolas en el prometedor mercado tecnológico de la próxima década. El paciente está en cama, pero aún le quedan ideas.

Estamos ante el regreso de la coalición de siempre; la coalición principal en el manejo de las Españas. El eje que va del País Vasco a Madrid, para bajar después hacia Andalucía, bendita tierra donde siempre tendrán a punto una tisana para el enfermo de Europa.


(Recogido del artículo de Enric Juliana en La Vanguardia).


Al título del post habría que añadir, en versión de la gran mayoría de los españoles, ..."y el PNV acude en su ayuda de manera demasiado interesada".

Esta es la opinión mayoritaria y probablemente la que nos hemos "ganado" tras las numerosas negociaciones que se han mantenido durante los últimos años y donde hemos mostrado la cara mas economicista que se puede mostrar.

Parece que todo se puede negociar a cambio de dinero. Y aunque en principio parezca ser una buena defensa, a la larga la cuestión también puede pasar factura.