en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

viernes, 16 de octubre de 2009

Política o violencia. Una de las dos.

No hay que ir muy lejos para recordar que los detenidos esta semana, Otegi y Díez Usabiaga, ambos fueron intérpretes adocenados de las dos últimas rupturas de tregua por parte de ETA, y observadores comprensivos de los asesinatos con las que la banda rubricó ambas rupturas. No hay constancia pública alguna de que los detenidos estuviesen actuando con la misión de desarmar el camino hacia la independencia y el socialismo. Y de ser así es lógico pensar que expondrán su cometido como argumento nuclear de su defensa en la comparecencia ante el juez que ha ordenado su detención.

Supongamos -lo cual es mucho suponer- que Otegi y Díez Usabiaga se habían decidido por fin a encabezar la revisión de los medios empleados por ETA y secundados por la izquierda abertzale para así salvar sus fines últimos o, sencillamente, preservar su propia existencia política y procurar la vuelta a la legalidad. No tendrían más que decirlo.

Nada permite pensar que quienes hablan en nombre de la izquierda abertzale se hayan liberado o discrepen de la matriz etarra como para tener en cuenta el equívoco y engañoso mensaje del cambio que encarnarían los detenidos.

La orden de Garzón podrá ser criticable por muchas cosas; pero mejor será que los profesionales de la «solución dialogada», algunos de los cuales continúan hablando de «proceso de paz», no sigan haciendo el juego a los exégetas que acompañan la deriva etarra. Porque es esto lo que en realidad eterniza el problema.

El ministro de Interior ha dicho al referirse a las detenciones que «la izquierda abertzale tiene que decidir entre la violencia y la política». Comparto plenamente esta afirmación, como creo que la comparte la inmensa mayoría de la sociedad vasca. Y si se me permite, también diré que lo está una mayoría relevante de la izquierda abertzale, que entiende que esa pelota está en su tejado y que son ellos quienes tienen que provocar la decisión.

(Recomiendo la lectura de los artículos de Kepa y Xabier, de donde he entresacado estas lineas)