en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

martes, 1 de febrero de 2011

El efecto dominó árabe

Los acontecimientos que se están viviendo en el mundo árabe que recuerdan, guardando las distancias, a las pequeñas "revoluciones" que se vivieron tras la caída del telón de acero en los diferentes países, hasta entonces "satélites" bajo la "influencia" de Moscú. Cada país que salió a la calle necesitó menos tiempo para convencer a sus verdugos que la fecha de caducidad de sus regímenes había sobrepasado los tiempos. Hoy en día, los despotismos corruptos dirigidos por clanes familiares, con vocación de ser hereditarios parece ser que ya no da más de sí.


Actualmente, el factor decisivo en la crisis egipcia es el ejemplo que les ha dado Túnez y tal como señalaba Juanjo Sánchez en un artículo publicado el pasado fín de semana,  los egipcios lleven décadas considerándose los líderes naturales del mundo árabe. Es un sentimiento que Nasser supo aprovechar, pero que ya existía antes de que tomase el poder. Por lo tanto, si un país pequeñajo como Túnez ha logrado derribar a su déspota ¡los egipcios también podrán! Lo único que hay que hacer es perseverar, y los egipcios parecen muy dispuestos a hacerlo. 


Cuando las masas exasperadas prescinden de cualquier calculo racional y se lanzan a la protesta, se demuestra de nuevo que el pueblo, unido, no puede ser vencido. No es solo un eslogan melodramático para manifestaciones o discursos. Es una verdad literal. Todo poder político no es más que una ilusión consensuada. La represión solo es eficaz cuando las protestas están limitadas a pequeños sectores de la población.

El aire fresco tunecino parece inducir una tempestad política que podría terminar en un cambio del escenario regional sencillamente inimaginable hasta que un pobre vendedor ambulante decidió inmolarse en Túnez poco antes de la Navidad cristiana. Así se escribe la historia.