en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

lunes, 28 de febrero de 2011

“Puede que sea un hijo de puta, pero era nuestro hijo de puta”

Recogido de arabaonline
En todo este proceso abierto en el norte de África, o el sur del mediterráneo, según se vea, según se mire, hay algo que no me acaba de entusiasmar. Y es que tengo la impresión de que lo único que van a conseguir los sufridos habitantes de estas tierras es un cambio de hijo putas.
Fue, y conviene recordarlo para evitar que el origen de la cita se pierda, Franklyn Delano Roosevelt (que vaya usted a saber porqué en castellano se escribe Franklyn D. Roosevelt), o su secretario de estado Corder Hull,  quien hablando de Anastasio Somoza, reputado dictador nicaragüense, dijo aquello de… “Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Los occidentales acostumbramos a gestionar así nuestra política exterior cuando esta se convierte en política interior de paises cuyos bienes y servicios consideramos interesantes para nuestra propia política interior. Y así lo llevamos haciendo durante años en esa zona ahora en conflicto. Así lo hacemos con un ingrediente sangrante más.
Los que ahora son nuestros hijo putas en la zona, no lo fueron siempre. En más de una ocasión, como quizás en la del propio Gadaffi, son los que derrocaron a nuestros anteriores hijo putas, con legítimas y lógicas aspiraciones de cambio y mejora para sus pueblos. En esas zonas lo de países nos lo inventamos mayormente nosotros a golpe de colonia). Fue nuestra diplomacia la que despertó al hijo puta que mucho líder lleva dentro para nuestro propio beneficio, el de los hijo putas y el nuestro. Y ahora el tema se nos ha ido de las manos… relativamente.