en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

lunes, 20 de junio de 2011

IU se equivoca otra vez

El PP gobernará en Extremadura por primera vez en la historia después de haber sido la fuerza más votada en las elecciones autonómicas del 22 de mayo y gracias a la abstención de los tres diputados autonómicos de IU en la sesión de investidura. Sin duda una opción no exenta de polémica, en cualquier caso respetable, pero que, en mi opinión, no hace más que ayudar a la desaparición de los partidos bisagra o "complementarios" a nivel estatal. Me recuerda a los tiempos en los que dirigidos por el "Califa", hicieron la pinza a Felipe Gonzalez con el glorioso resultado del posterior triunfo de Aznar. Por lo que se ve, no han aprendido de las consecuencias de aquello.

En una sociedad donde se ha establecido el bipartidismo cuasi oficial y no hay posibilidad, como por ejemplo en las presidenciales francesas, de una segunda vuelta, y son los propios representantes de los partidos, los que posteriormente eligen a los presidentes, alcaldes o lehendakaris, me parece fundamental para que los votantes no se lleven a engaño, saber con anterioridad, la postura que mantendrían los candidatos una vez salgan elegidos, en las primeras votaciones.

Aunque no comparto los principios del partido de la gaviota, no engañaron a nadie cuando en la campaña de las elecciones a Lehendakari anunciaron previamente que apoyarían a otro candidato si fuese necesario. Y así lo hicieron. Nada que objetar. Pero que un pequeño partido de izquierdas, dijese a su electorado que, en caso de no salir ellos elegidos, en vez de apoyar al partido ideológicamente mas cercano, permitirían el gobierno de la "derechona", suena, al menos a cierta distancia, imposible de digerir. 

A meses de las generales, y viendo que la cosa está estre PSOE y PP, si los partidos restantes no se definen previamente por una u otra alternativa, los votantes van a preferir ir directamente a su deseado resultado final, saltándose los "matices", porque está visto que estos pequeños partidos, algunos veces antes de ceder a la lógica, se pliegan a oscuros intereses tan difícilmente demostrables como digeribles.