El actor francés Gérard Depardieu ha trasladado su residencia a Bélgica por razones fiscales, para pagar menos impuestos, y la mayoría de los franceses, que hasta entonces le han adorado y considerado uno de sus actores estrella favoritos, han pasado a considerarlo, lógicamente un traidor a la patria, un egoísta un insolidario y en definitiva, una persona poco o nada merecedora de los halagos y aplausos que hasta ahora le otorgaban.
¡Qué envidia me dan los franceses!
Por estos lares, todos los deportistas, actores y/o cantantes que cambien su "domicilio fiscal", siguen siendo tratados y aplaudidos como auténticos patriotas. Triste y lamentable.
Por otra parte, está bien bien que el presidente francés, François Hollande, anunciara que revisará la convención fiscal con Bélgica después de varios casos de grandes fortunas que se trasladan a este país por el alto sistema impositivo galo.
¿No sería más razonable el llegar a acuerdos entre los estados para que todos los ciudadanos europeos tuviésemos un régimen fiscal parecido que no estimulase estos cambios domiciliarios? Si así fuese el siguiente paso podría ser luchar contra los estados-banco que tenemos pegados como parásitos indeseables dentro del continente para que los "patriotas" de boquilla envíen "legalmente" sus ganancias al paraíso correspondiente.
