en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

domingo, 3 de marzo de 2013

El humus de las religiones : la incultura y el atraso


El sustrato en que las religiones nacen y crecen es el de la incultura y el atraso. El lecho donde mueren, el de la civilización, la instrucción, la información y el desarrollo.
Foto y texto recogido de :
blogs.periodistadigital.com/humanismo sin credos
Para la religión y ya desde el pasado siglo XX hasta este nuestro siglo, este mundo es nefando. Y no dirán sólo por las guerras que lo han asolado, por la destrucción provocada, por las injusticias asentadas, sino sobre todo por “el olvido de Dios”.
Así lo han proclamado repetidas veces los dos últimos dignatarios vaticanos, con eco posterior en parroquias e iglesias. Afirmaciones dirigidas especialmente a las sociedades democráticas y cultas.
Claman contra el olvido de Dios afirmando que ésta ha sido la causa que ha conllevado la destrucción y los enfrentamientos.
A nadie engañan cuando las gentes ven brillar las religiones en todo su esplendor en pueblos fanatizados y crueles, llámese hoy Islam, llámense antes catolicismo y protestantismo.
El verdadero siglo de las luces es el nuestro, que ha puesto farolas en todas las esquinas del saber, del conocimiento y, sobre todo, del diario acontecer: nada de lo que suceda en un rincón apartado del mundo pasará desapercibido y cualquier enfrentamiento es pan de la información.
Hace bien poco que asistimos a la sinrazón de los talibán afganos trasplantados a Pakistán… Seguiremos viendo enfrentamientos crueles entre musulmanes e hindúes en la India que espantarán de la creencia todavía más a los posibles crédulos. Hoy asistimos a la extensión de la mancha de credulidad en pueblos que aparentemente clamaban por regímenes democráticos, utilizados por el verdadero poder fáctico, el Islam: ¡esa es la verdadera imagen de las religiones, la que antes no se veía y ahora resplandece, la imagen teñida del rojo “amable” de la sangre!
El fanatismo se nutre de religión y ésta de incultura y atraso. Un poco de instrucción y la creencia como sustrato popular se habrá desvanecido de estos pueblos hartos de violencia religiosamente justificada.