en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

lunes, 24 de junio de 2013

De estar bajo sospecha y acusada, ha pasado a que le pidan perdón en público. Con ayuda de Miquel Roca. Claro.


En las novelas policíacas el detective que logra aclarar el caso del robo o del asesinato siempre tiene en los labios la pregunta clave de toda la investigación: "Este crimen, ¿a quién beneficia?". Mi respuesta, si el detective me hubiera formulado la pregunta en relación al affaire de las fincas vendidas, los notarios despistados, la agencia tributaria que no está ni se le espera, hubiera sido una y contundente: "Este error, como dice Montoro, beneficia a la Infanta".

De hecho ya han salido nada menos que el presidente del gobierno Mariano Rajoy y el ministro de Hacienda Cristóbal Montoro, pidiendo perdón. Lo que no hacen con nadie lo verbalizan con esta señora que además y para sorpresa del ciudadano normal tiene un DNI especial, no como el de usted o como el mío. Es el 14Z. ¿Por qué semejante privilegio? Y creo que beneficia a la Infanta porque de estar bajo sospecha esta señora y acusada, ha pasado a que le pidan perdón en público. Ella nunca lo hace. En su semblante veíamos en la misa por el centenario de su abuelo Juan de Borbón, la viva imagen de la seguridad, de la tranquilidad, del dominio de la situación.

Yo creo que esta chapuza, de la que nadie nos da cuenta a pesar de que a todas horas nos dicen que lo van a investigar, es que era una trampa para el juez José Castro con el fin de anular la instrucción. Lo que ocurre es que como sucedió en el 23-F lo han hecho tan rematadamente mal, que en lugar de una gracia les ha salido una morisqueta. Lo demás no se entiende nada.

A mí el aplomo de Cristina de Borbón en la citada misa me da a entender que está muy tranquila y que las cosas para ella van bien. Para ella, no para la justicia, no para el ciudadano, no para el dinero público. Para ella. No en vano es una Infanta y nieta de un señor que no dio golpe en su vida y al que quieren ahora poco menos que beatificar. Es el signo de la corona: unidad y permanencia. Y en eso están. Con ayuda de Miquel Roca.