en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

domingo, 19 de abril de 2015

Del pisito de Rouco al Jefe de Estado, el papa Francisco.

El cardenal Rouco Varela ha decidido, por fin, abandonar las dependencias que ´okupaba´ en el palacio arzobispal de Madrid, en el que se había atrincherado a pesar de haber sido cesado por el líder de los católicos, Jorge Mario Bergoglio, hace más de seis meses. Haciendo gala de su habitual estilo, Rouco ha decidido apropiarse de un ´pisito de soltero´ con magníficas vistas, de 370 metros cuadrados y valorados en más de un millón y medio de euros. Es la ejemplaridad del cardenal.


Y decimos apropiarse, porque según todas las informaciones, el pisito en cuestión fue una herencia recibida por la ICAR (Iglesia Católica Apostólica y Romana) para que en él pudieran alojarse seminaristas que hicieran cursos o prácticas en Madrid, posibilidad que, desde luego, no parece haber sido contemplada por el ex jefe de los curas españoles.

Mientras en España se suceden escenas de desahucios y aumentan los pobres incluso entre quienes logran un puesto de trabajo, el voto de pobreza que se supone a los representantes del dios católico en la Tierra no forma parte del cardenal ‘okupa’. Desde luego nunca se le ha visto bajar a la arena para estar con los más necesitados, aunque no haya dudado convocar multitud de manifestaciones y protestas para tratar de evitar que los ciudadanos disfruten de derechos elementales, como decidir su propia maternidad en el caso de las mujeres, poder casarse en el de las parejas homosexuales o recibir una educación laica y para la ciudadanía acorde con los principios básicos de la Constitución Española y los Derechos Humanos.

Rouco sale por fin del arzobispado sin cargos ni poderes dentro de la ICAR. Pero desde la amplia terraza con vistas a La Almudena podrá estar atento al nuevo rumbo que el ‘papa’ Bergoglio dice querer imprimir a la organización. Acomodado y rodeado de lujos. Mientras, las bases cristianas y católicas seguirán preguntándose por qué sus hermanos pierden la fe y se alejan de una iglesia que debería predicar con el ejemplo.