en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

martes, 18 de abril de 2017

Urkullu-Imaz y Atxaga-Alba

En el PNV no todo es "querer los mismos derechos que Gibraltar y esas cosas que tanto gusta a una parte". 

Para compensar está Urkullu y su linea más acorde con el ex-presidente del partido Josu Jon Imaz, el que nos dejó su célebre ‘no imponer no impedir’, y propugnaba alcanzar acuerdos entre diferentes primero en Euskadi y después con el Estado, una vía pactista que Urkullu hizo suya después.


El actual Lehendakari está lejos de estrategias de echarse al monte, y defendió la construcción nacional no solo desde la óptica soberanista sino también como construcción «ética y social». Y recordó a todos aquellos que a veces parecen tomar decisiones por sus excesivas prisas para alcanzar sus teóricos objetivos que no valen los atajos ni las revoluciones de la noche a la mañana; no vale el todo o nada. Poliki Poliki. Poco a poco y paso firme. Sin derrapajes.


En esa misma línea de abogar por una patria «abierta e inclusiva» que tenga en cuenta todas las sensibilidades, se manifestaron también los de Podemos. Apostaron por «una Euskadi que no deje a nadie atrás, donde se defiendan los derechos sociales y se proteja a la ciudadanía». Algo que comparto y que las actuales direcciones de los dos partidos hasta ahora nombrados también dicen hacerlo, eso sí, cada uno a su manera.


En un día como el del pasado domingo la banda medio disuelta pero aún latente no solo fue recordada, evidentemente para mal, también se le exigió disolverse «si quiere ser coherente con lo que la ciudadanía vasca le ha exigido».



Y me quedo con la reflexión de Atxaga, quien asegura que los últimos 30 años han demostrado que "el concepto de nación es nuevamente excluyente" y ante ese peligro tenemos que procurar que cada vasco tenga derecho a sentirse vasco, como quiera hacerlo, y a sentirse cómodo dentro de esa identidad".